martes, 8 de noviembre de 2016

Una visión de desarrollo como guía del comercio

Las relaciones económicas internacionales deben potenciarel desarrollo del país de forma más efectiva; un mensaje paralos inversores; diferencias entre proteger y promover sectores.

La Argentina es hoy una potencia media con un enorme diferencial entre su realidad y su potencial. Por eso, nuestras relaciones económicas internacionales deben potenciar nuestro desarrollo en forma más efectiva. La política comercial, las negociaciones, la promoción de inversiones en los sectores exportadores y en infraestructura para la exportación son críticos.
Pero al establecer objetivos y prioridades estos deben estar ligados a una visión de desarrollo explícita, diseñada por el Gobierno, que incorpore los aspectos internacionales. La política comercial debe apoyar a los sectores productivos que son competitivos o tienen el potencial de serlo a nivel global o regional. Entre los competitivos a nivel global, real o potencial, identificamos tres grupos:
Los que tienen como característica un alto nivel de recursos naturales (agricultura, ganadería y pesca; agroindustria, minería y energía)
Aquellos de un alto nivel de conocimiento tecnológico (biotecnología, tecnología nuclear y satelital, y tubos de acero sin costura).
Los que se caracterizan por un alto nivel de creatividad o diferenciación (confección textil de alta calidad, turismo, servicios creativos, software, servicios empresariales). La política comercial debe apoyar la expansión internacional de las empresas que participan en los sectores con competitividad global. Se deben asumir posiciones de negociación ofensivas e impulsar a algunos de estos sectores a través de incentivos que deberán ser de naturaleza decreciente.
Globant, una de las empresas de servicios locales que triunfa en el mundo
Globant, una de las empresas de servicios locales que triunfa en el mundo.
En esa visión de desarrollo nuestra política comercial también debe apoyar los sectores productivos que son competitivos o tienen el potencial de serlo a nivel regional. Estos sectores tienden a reflejar la visión desarrollista de las décadas del 50 y 60. Aquí se incluyen la industria automotriz, los bienes industriales de mediana complejidad, siderurgia, aluminio, química, petroquímica, refinación de petróleo, agroquímicos, farmacéutica. En esos sectores nuestra política debe ser la de apoyar la expansión regional de las empresas nacionales y la de asegurar, trabajando en conjunto con Brasil, una protección selectiva. En consecuencia se deberán adoptar posiciones de negociación defensivas a nivel internacional que deben ir flexibilizándose a medida que estos sectores, o algunos de sus segmentos, desarrollan niveles de competitividad global.

Prioridades

Una visión de desarrollo productivo permitirá a su vez establecer prioridades al encarar negociaciones internacionales. En la región esto se convierte en crítico para encarar la mayor flexibilidad del Mercosur, sugerida por Brasil. Se logró congelar el importante acuerdo sectorial automotor hasta 2020 pero la demanda por más flexibilidad seguirá.
Tener un plan de desarrollo nos permite decidir dónde concentrarnos al encarar negociaciones con la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México) y a nivel transregional, encarar con orientaciones claras las negociaciones con la Unión Europea.
Nuestra política comercial no puede tener como objetivo el apoyar en forma indefinida a los sectores productivos protegidos que compiten sólo a nivel local. Esos sectores incluyen los bienes industriales de baja complejidad -calzado y marroquinería, línea blanca y marrón, electrónica, textil -hilados e indumentaria de calidad baja-. Ellos, sin embargo, deben ser el foco de sólidas políticas estatales y reflejar una gran paciencia y sensibilidad estratégica, evitando una desindustrialización precoz, en un contexto de protección decreciente. También deben dar apoyo a los procesos de transformación tecnológica que pueden hacer competitivos a algunos de sus segmentos.

Desafío mayor

Un desafío mayor será el evaluar con exactitud las circunstancias y potenciales de cada sector productivo. En esa visión de desarrollo es sumamente importante notar que la clasificación propuesta es dinámica y que los sectores no están condenados a tener una competitividad determinada. En base a la innovación, la diferenciación o una mayor productividad pueden evolucionar de local a regional o global. Un ejemplo de esto es la dinámica de la industria textil, donde conviven marcas y diseños con llegada internacional, marcas exitosas a nivel regional y productos de baja calidad a nivel local.
A su vez, hay que considerar que hay escasez de personal calificado en las pymes industriales, lo que indica que hay que crear incentivos y planes de entrenamiento para facilitar el traspaso de personal calificado de los sectores competitivos locales a los de competitividad global y regional.
Una visión de desarrollo también será útil para dar certezas a los inversores extranjeros y para priorizar las inversiones en la infraestructura exportadora.
En conclusión, el tener una visión de desarrollo clara e inclusiva maximizará las posibilidades de que nuestras relaciones económicas internacionales estén basadas, como lo dijo la canciller Malcorra "en las prioridades de los intereses de la Argentina".

Fuente: Lanacion.com.ar

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