Las relaciones económicas internacionales deben potenciarel desarrollo del país de forma más efectiva; un mensaje paralos inversores; diferencias entre proteger y promover sectores.
La Argentina es hoy una potencia media con un enorme
diferencial entre su realidad y su potencial. Por eso, nuestras
relaciones económicas internacionales deben potenciar nuestro desarrollo
en forma más efectiva. La política comercial, las negociaciones, la
promoción de inversiones en los sectores exportadores y en
infraestructura para la exportación son críticos.
Pero al
establecer objetivos y prioridades estos deben estar ligados a una
visión de desarrollo explícita, diseñada por el Gobierno, que incorpore
los aspectos internacionales. La política comercial debe apoyar a los
sectores productivos que son competitivos o tienen el potencial de serlo
a nivel global o regional. Entre los competitivos a nivel global, real o
potencial, identificamos tres grupos:
Los
que tienen como característica un alto nivel de recursos naturales
(agricultura, ganadería y pesca; agroindustria, minería y energía)
Aquellos
de un alto nivel de conocimiento tecnológico (biotecnología, tecnología
nuclear y satelital, y tubos de acero sin costura).
Los
que se caracterizan por un alto nivel de creatividad o diferenciación
(confección textil de alta calidad, turismo, servicios creativos,
software, servicios empresariales). La política comercial debe apoyar la
expansión internacional de las empresas que participan en los sectores
con competitividad global. Se deben asumir posiciones de negociación
ofensivas e impulsar a algunos de estos sectores a través de incentivos
que deberán ser de naturaleza decreciente.
En
esa visión de desarrollo nuestra política comercial también debe apoyar
los sectores productivos que son competitivos o tienen el potencial de
serlo a nivel regional. Estos sectores tienden a reflejar la visión
desarrollista de las décadas del 50 y 60. Aquí se incluyen la industria
automotriz, los bienes industriales de mediana complejidad, siderurgia,
aluminio, química, petroquímica, refinación de petróleo, agroquímicos,
farmacéutica. En esos sectores nuestra política debe ser la de apoyar la
expansión regional de las empresas nacionales y la de asegurar,
trabajando en conjunto con Brasil, una protección selectiva. En
consecuencia se deberán adoptar posiciones de negociación defensivas a
nivel internacional que deben ir flexibilizándose a medida que estos
sectores, o algunos de sus segmentos, desarrollan niveles de
competitividad global.
Prioridades
Una
visión de desarrollo productivo permitirá a su vez establecer
prioridades al encarar negociaciones internacionales. En la región esto
se convierte en crítico para encarar la mayor flexibilidad del
Mercosur, sugerida por Brasil. Se logró congelar el importante acuerdo
sectorial automotor hasta 2020 pero la demanda por más flexibilidad
seguirá.
Tener un plan de desarrollo nos permite decidir dónde
concentrarnos al encarar negociaciones con la Alianza del Pacífico
(Chile, Perú, Colombia y México) y a nivel transregional, encarar con
orientaciones claras las negociaciones con la Unión Europea.
Nuestra
política comercial no puede tener como objetivo el apoyar en forma
indefinida a los sectores productivos protegidos que compiten sólo a
nivel local. Esos sectores incluyen los bienes industriales de baja
complejidad -calzado y marroquinería, línea blanca y marrón,
electrónica, textil -hilados e indumentaria de calidad baja-. Ellos, sin
embargo, deben ser el foco de sólidas políticas estatales y reflejar
una gran paciencia y sensibilidad estratégica, evitando una
desindustrialización precoz, en un contexto de protección decreciente.
También deben dar apoyo a los procesos de transformación tecnológica que
pueden hacer competitivos a algunos de sus segmentos.
Desafío mayor
Un
desafío mayor será el evaluar con exactitud las circunstancias y
potenciales de cada sector productivo. En esa visión de desarrollo es
sumamente importante notar que la clasificación propuesta es dinámica y
que los sectores no están condenados a tener una competitividad
determinada. En base a la innovación, la diferenciación o una mayor
productividad pueden evolucionar de local a regional o global. Un
ejemplo de esto es la dinámica de la industria textil, donde conviven
marcas y diseños con llegada internacional, marcas exitosas a nivel
regional y productos de baja calidad a nivel local.
A su vez, hay
que considerar que hay escasez de personal calificado en las pymes
industriales, lo que indica que hay que crear incentivos y planes de
entrenamiento para facilitar el traspaso de personal calificado de los
sectores competitivos locales a los de competitividad global y regional.
Una
visión de desarrollo también será útil para dar certezas a los
inversores extranjeros y para priorizar las inversiones en la
infraestructura exportadora.
En conclusión, el tener una visión de
desarrollo clara e inclusiva maximizará las posibilidades de que
nuestras relaciones económicas internacionales estén basadas, como lo
dijo la canciller Malcorra "en las prioridades de los intereses de la
Argentina".
Fuente: Lanacion.com.ar
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