El consultor analiza el impacto de los nuevos formatos en las operatorias logísticas, la presión del factor tiempo y el rol de la tecnología; el nuevo escenario comercial.
Al escuchar la expresión "comercio exterior", instintivamente se la
vincula con la exportación e importación, como un concepto conectado
únicamente a lo económico, comercial y financiero. Sin embargo, existe
otra faceta que fue menospreciada durante mucho tiempo y que en los
últimos años cobró la preponderancia que merecía: la logística del
comercio internacional.
Desde ese reconocimiento parte Roberto Destéfano en su último libro,
"Teoría y práctica de la logística del comercio internacional", no sólo
para reivindicar una actividad que puede determinar el éxito o el
fracaso de un negocio sino también para explicar didácticamente las
diferentes etapas de lo que sucede después de concretar la compra-venta y
llega el momento de la gestión operativa para posicionar el producto en
el lugar indicado, en los tiempos pactados, a un costo competitivo y
con su calidad intacta.
- Con tantos años en el sector y varias publicaciones, ¿por qué
eligió este momento para hacer una publicación sobre logística
internacional?
-La temática está dentro de la especialidad que fui construyendo a lo
largo del tiempo, primero desde las empresas y luego como consultor y
docente. Es mi quinto libro, pero en los anteriores participé como
coautor. Y lo venía pensando desde hace tiempo, de hecho lo comencé años
atrás pero el trabajo diario no me dejaba espacio para dedicarme y
continuarlo. Fue clave poder cerrar mi etapa como director de Estudios
de la Asociación Argentina de Logística Empresaria (Arlog) y el dictado
de cursos en Centroamérica. Ahí recién logré abocarme de lleno a la
finalización de esta publicación.
-En
el libro habla de cambios en las formas, acciones, lugares y tiempos
exigidos para el movimiento de las cargas. ¿En qué consisten esos
cambios?
-Los tradicionales coordinadores de operaciones no
son ahora los únicos que ofrecen servicios, sino que los transportistas y
las interfaces que en el pasado eran meras herramientas, ahora son
protagonistas. También cambiaron los formatos de movimiento con la
generación de los hub ports, feeders y ZAL's, o las nuevas pautas y modelos mandatorios de seguridad en la cadena logística.
-¿Y cómo afectan esos cambios a los negocios internacionales?
-La
mayor presión sobre los tiempos y las condiciones de operación, así
como la rigurosidad de los controles, los hacen más proclives al error y
por ende a los extracostos. Entonces, la proactividad se constituye en
una necesidad ineludible.
-La tecnología también impactó en estas modificaciones.
-Por
supuesto. El impacto es notable, pero no por su instrumentación sino
porque se confía demasiado en ella cuando el mayor foco debería ponerse
en el proceso donde el principal involucrado es la persona y no el
andamiaje tecnológico. Es una cuestión altamente sensible.
-Recientemente
la OMC definió este momento del comercio internacional como la peor
situación desde la crisis de 2008. ¿A qué se debe y cómo se revierte?
-Efectivamente,
señaló que es la primera vez en 15 años que el crecimiento del comercio
resultó inferior al PBI mundial y estima un exiguo 1,7% para 2016. Las
razones son variadas, pero destacó una que excede a una simple recesión y
se refiere a cómo el avance tecnológico impacta en el empleo. Alrededor
del 50% de los trabajos en Estados Unidos están en riesgo por la
automatización. En el sudeste asiático el guarismo es del 56% en
promedio, aunque hay casos que llegan al 80%. En Japón, tienen 350
robots por cada 10.000 operarios; en China menos, pero creciendo. Y
según la propia OMC la salida está en la creatividad y la apertura
apoyadas en el formidable soporte de Internet.
La conectividad
global abrió una puerta y marcó una ruta inimaginable. Por lo tanto, mi
respuesta es que debemos prepararnos para el desafío que plantea el
mundo en materia de intercambio.
Por otro lado, en 2017 la
Argentina será el primer país sudamericano en actuar como anfitrión en
la Conferencia Ministerial N° 11 de la OMC. Ese es un hecho positivo y
debemos saber cómo aprovecharlo al máximo.
-Abordando el día a día, ¿cómo repercutió la eliminación del cepo y las DJAI en los negocios internacionales?
-Resultaría
presuntuoso hablar por el resto, pero creo que todo lo que implique
operar sin corsé, como se percibía en el contexto que señala la
pregunta, y hacerlo sólo con los parámetros internacionales del comercio
exterior, resultará beneficioso.
-Una palabra muy usada actualmente es la competitividad. ¿Qué representa para el comercio internacional?
-Mucho
más que para el ámbito local ya que más allá del tipo de cambio, lo
relevante es el herramental disponible en el país para exportar e
importar. Nos referimos a todos los parámetros que considera el Banco
Mundial para calificar a los países en su aptitud logística:
infraestructura, comunicaciones, idoneidad de proveedores de servicios,
cumplimiento de los tiempos, exitoso rastreo y localización de cargas.
Logrando un aceptable desempeño en esos rubros, no tengo dudas que
seremos competitivos internacionalmente.
-También sería necesaria una definición política sobre el futuro del puerto de Buenos Aires para los próximos 30 años.
-No
hay mucho que inventar al respecto, ya que la mayor parte de las
terminales portuarias del planeta, incluyendo las nuestras, son operadas
por expertos globales en estas lides, dependiendo claro de las
características de los países donde funcionan. Lo ideal sería un puerto
sin una ciudad encima, pero en el caso de Buenos Aires eso no se puede
cambiar, por lo que además del equipamiento y la infraestructura acorde,
habría que concentrarse en diagramar accesos terrestres que hicieran
más fluido el tránsito, hacia y desde sus instalaciones.
-¿Y cómo está en general la infraestructura con la que opera la logística para servicios internacionales?
-Podría
estar mucho mejor si se encarara un plan integral pensando en el largo
plazo y se lo llevara a cabo en forma sistemática, sin interrupciones.
Me refiero a rutas, rieles, cruces fronterizos, terminales portuarias
marítimas y fluviales, centros de estacionamiento y transferencia en el
interior y, por supuesto, todo lo que atañe a la carga aérea.
-Para eso son clave las inversiones. ¿Cuáles serían las necesidades más urgentes?
-Todo
lo que implique hacer más fluido el desplazamiento de las cargas es
fundamental, desde los caminos, equipos y las comunicaciones hasta la
legislación, regulaciones e incluso el entrenamiento de los actores
logísticos, con el objetivo de alcanzar los niveles de ejecutividad que
se requieren. No todos están preparados para programar, ejecutar lo
planificado y corregir lo que se sale de programa; y por eso se repiten
errores una y otra vez, lo que en logística significa extra costos.
-En medio de todo eso, además, ahora no hay que descuidar la sustentabilidad.
-Ya
a mediados de los ?90 un eminente catedrático del MIT en Ingeniería
Ambiental había manifestado con relación al nuevo transporte profesional
que una de las 6 "I" (Internacional, Intermodal, Infraestructura,
Institucional, Información, Innovación), la de Innovación, tenía un peso
sustantivo. Se refería a ser creativo para mejorar el impacto ambiental
que los sistemas de transporte generan en el medio ambiente, sin
afectar la continuidad del crecimiento económico. De alguna manera, por
citar un ejemplo, lo vemos en la campaña de los armadores orientada a
disminuir el contenido de azufre en los combustibles utilizados. Por
algo se empieza.
-¿Y qué es lo que viene para los próximos años
del comercio internacional una vez encaminada esa etapa de cambios que
menciona en su libro?
-Puedo hacer referencia incluso a unas
líneas del final del libro para decir que la robotización de los
depósitos y de la producción industrial, la distribución mediante el
sistema de drones y la impresión 3D asoman con inusitada potencia y no
se discute ya que transformarán significativamente las actuales formas
de operar y, por ende, los circuitos tal como están diseñados. Y puedo
agregar que entre el inicio de esas nuevas alternativas y su
culminación, es decir, superadas las etapas de prueba y error,
cuestiones de rentabilidad, seguridad y resueltos los aspectos sociales,
pasará un tiempo durante el cual las acciones logísticas continuarán
como hasta el presente. Se seguirán produciendo situaciones generadoras
de extracostos que afectan tanto la rentabilidad de las empresas como la
calidad de las cargas movilizadas.
Por todo esto, prestar
atención a la logística se constituye en una obligación ineludible a la
hora de encarar un proceso de exportación e importación.
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