Pasada la sorpresa por el resultado electoral, llegó la hora de analizar cuántas de las polémicas promesas del magnate fueron sobreactuación y cuál es su margen de acción verdadero; posibles impactos sobre el comercio y las inversiones en la Argentina.
El desenlace de la elección norteamericana deja
grandes interrogantes respecto de Donald Trump: ¿Cuántas promesas fueron
sobreactuación? ¿Cuánto está dispuesto a cambiar? ¿Cuánto será capaz de
cumplir?
El Partido Republicano tendrá mayoría legislativa, pero Trump es un outsider
y su relación con el partido no es buena, producto de los exabruptos y
declaraciones alejadas de la tradición partidaria, históricamente más
propensa al libre comercio, proteccionismo agrícola aparte.
Claramente
todo suma más imprevisibilidad a una coyuntura económica global y
regional que aún trata de comprender a China y su desaceleración, el
Brexit, los problemas de Brasil, la lenta reactivación post crisis 2008,
la baja del comercio internacional, la cuarta revolución industrial de
las tecnologías disruptivas y algunos pronósticos de una nueva recesión.
Las promesas
Por
lo pronto podemos repasar las promesas de campaña y la relación
comercial bilateral para pensar cómo podrían impactar en la Argentina.
Habló
de aumentar aranceles y aunque el número fluctúa en distintas
declaraciones entendemos se aproximarían al 35% para la importación de
autos de México, al 45% para las importaciones de China. En su libro "Time to get tough"
menciona un arancel de 20% para las importaciones del resto de los
países. Esto haría tambalear el Nafta e implicaría posiblemente
desconocer compromisos multilaterales como los aranceles consolidados en
la OMC.
México
es el segundo y China el tercer destino de sus exportaciones. Resulta
difícil pensar que pondrán en riesgo estos intrincados lazos
industriales (con México, maquila con alto porcentaje de valor agregado
de industria norteamericana) y financieros (China es el principal
tenedor de bonos del Tesoro).
Criticó
las negociaciones de los llamados megaacuerdos regionales, hasta hoy
cabeza de lanza de la estrategia comercial norteamericana. El TPP (el
Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, al que sólo le falta
ratificación del Congreso), representa 11,4% de la población, 38% del
PBI y 25% del comercio mundial. El TTIP (Tratado Transatlántico de
Comercio e Inversiones, con la Unión Europea), 11,9% de la población,
45% del PBI y 40% del comercio mundial. Ambos significarían acuerdos de
libre comercio con 8 de las 10 mayores economías quedando afuera sólo
China y Brasil.
Seguramente las propuestas seguirán vigentes en el
discurso del nuevo presidente porque evidentemente tuvieron gran
llegada en el electorado, pero al pasar por el tamiz de la burocracia y
los frenos institucionales (Congreso, lobbies, etc.) terminarán
sintetizándose en medidas más sutiles. En el sentido opuesto estos
resortes han funcionado protegiendo algunos sectores. EE.UU. ocupa el
primer lugar del ranking Global Trade Alert de países que aplicaron más medidas proteccionistas desde 2008 (Argentina se ubica cuarta).
Ventajas y desventajas
Entonces, ¿que debe preocuparnos de la victoria de Trump?
Claramente
uno de los puntos son las negociaciones bilaterales. El gobierno de
Macri apostó fuertemente a la victoria demócrata, con quienes estaban
trabajando en algunos gestos concretos como el levantamiento a las
restricciones a las exportaciones de limones y carne.
Si vamos
específicamente al comercio y las inversiones, desde 2006 nos
encontramos con una balanza comercial negativa para la Argentina y una
tendencia al decrecimiento en la participación de EE.UU. en nuestro
comercio exterior producto de las tensas relaciones entre los gobiernos y
el impacto de la crisis de 2008.
Aun así, EE.UU. sigue siendo
nuestro tercer socio comercial tanto en importaciones (12,9%) como en
exportaciones (6%) según el Indec, y es el principal país emisor de IED
(25%), según el Banco Central.
También es el principal cliente
para nuestras exportaciones de servicios informáticos (US$500 millones),
que en 2015 superaron al bien más exportado por nuestro país que es el
biodiesel.
Sin embargo, para EE.UU. la Argentina sólo representa
0,2% de su comercio y no formamos parte de las negociaciones priorizadas
por la administración saliente.
En conclusión, todo hace pensar
que no sufriríamos un impacto directo en las relaciones comerciales
actuales. Sí es probable que la incertidumbre demore aún más la llegada
de inversiones genuinas y las iniciativas de mayor integración
impulsadas por el Gobierno, en particular aquellas que busquen un mayor
acceso de nuestros productos agrícolas.
Lo que realmente debe
preocuparnos -aun Trump hiciera lo opuesto a lo prometido- es qué tipo
de instituciones moldearán las reglas del comercio internacional ahora
que los megaacuerdos pierden fuerza y la OMC está paralizada, pero,
sobre todo, cómo trabajar la inserción de la Argentina cuidando y
fortaleciendo nuestro sector productivo en un mundo al borde de la
cuarta revolución industrial y cada vez más proteccionista.
Los
autores son socio gerente de Trade Latina, ex subsecretario de
Relaciones Económicas Internacionales bonaerense y docente
universitario, y socio gerente de Trade Latina, respectivamente
Datos bilaterales
Algunos números para entender la relación:
Podio. EE.UU.
es el tercer socio comercial para la Argentina: destino de 6% de
nuestras exportaciones y origen de 12,9% de las importaciones
Inversiones. Es
el principal país emisor de IED (25% del total de lo que recibe la
Argentina). Hay aquí más de 500 empresas con capitales americanos
Personas. EE.UU. aloja la segunda comunidad argentina (224.300 personas) en el extranjero después de España.
Fuente: Lanacion.com.ar
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