El mundo digital enseña a diario que no se pueden resolver problemas nuevos con soluciones viejas.
Mientras la comunidad del comercio exterior aguarda ansiosa la
instrumentación integral del mecanismo de la ventanilla única (VUCE), conviene
reafirmar la necesidad de digitalizar los procesos, tal vez la
manera más democrática, eficiente y barata de desarrollar el comercio
exterior. Hay una grieta digital que persiste.
Y las brechas digitales, en la globalización actual, son brechas de acceso a los mercados.
La conectividad plena todavía está lejos, y aleja así a las pymes de la variable mínima de competitividad. Hablar hoy de comercio exterior es hablar de comercio electrónico: los “mercados virtuales” se multiplican
a una velocidad atroz.
a una velocidad atroz.
En Estados Unidos, grandes superficies que albergaban shoppings están al borde de la quiebra por los cambios en la cultura del consumo, y son los grandes dueños del mercado, los e-marketplaces, los que toman esas superficies para “transformarlas en centros logísticos para la distribución y pick up de productos” (“Dead mall space could spur warehouse, E-commerce deals”, Wall Street Journal, 30 de mayo).
Las pymes argentinas todavía están lejos de acceder a una
conectividad y marketing tal que los posicione en el mundo virtual. Y,
de poder hacerlo,
retroceden luego varios pasos porque todavía la simplificación y facilitación del comercio en el país es materia de estudio más que una práctica corriente.
retroceden luego varios pasos porque todavía la simplificación y facilitación del comercio en el país es materia de estudio más que una práctica corriente.
Las plataformas de comercio electrónico son elementos inclusivos de
la operatoria comercial. Pero el sector privado necesita de una política
de Estado de conectividad “clase mundial” para que esto sea posible.
No es una proyección, y ya dejó de ser tendencia.
La digitalización del comercio, y de las operaciones financieras que
ofician de soporte a las exportaciones e importaciones, son una
realidad.
El bitcoin (moneda virtual) es un commoditiy financiero más cuya cotización ya superó en más de una oportunidad al oro.
Los bancos digitales (sin sucursales físicas) se expanden en el
sudeste asiático: el DBS, en Singapur, funciona con el 25% de los
empleados de un banco tradicional.
Alibaba (la virtualidad por excelencia) lanzó un fondo de inversión
de corto plazo por US$ 100.000 millones en siete meses, sin ningún tipo
de “ventanilla física”.
Las fintech (empresas de servicios financieros basadas en el soporte
tecnológico) inmortalizan el “monedero digital” y de la mano del data
mining (“minería de datos”), en segundos conocen patrones necesarios
para un asesoramiento financiero a medida de alguien que está navegando
en su celular: en 2021, 1 de cada 2 personas operará inversiones a
través de su smartphone. Apple, Google y Amazon están detrás de esto.
Demasiados cambios de paradigma para sólo ser espectadores.
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