Hace poco más de una semana, mientras volvía de dejar
a mis hijos en el colegio, prendí la radio y justo el periodista
Marcelo Longobardi estaba entrevistando a nuestro presidente Mauricio
Macri, quien se encontraba en China por la cumbre del G20. Entre los
temas conversados, que fueron muy variados, superadores y
descontracturados, nuestro Presidente hizo mención al cambio de valores,
al cambio cultural, al fin de "la avivada criolla" utilizada para hacer
el mal, para saciar intereses personales, de poder o egoístas que sólo
perjudican a nuestra Nación.
Fue
una frase casi al pasar, pero que impactó de lleno en mi cabeza que
hace tiempo piensa en cómo mejorar la vida de todos los argentinos,
desde el lugar que me toque ocupar, sea en mi familia, con amigos, en mi
club, una ONG, un cargo o desde donde más considere que puedo aportar.
Siguiendo esta lógica, y siempre bajo el impacto de esa frase de
nuestro Presidente, es que se me vino a la cabeza esa jugada de Caniggia
con Maradona en el mundial de 1994 en la que "Cani", tiro libre de por
medio, le grita a Maradona "¡Diego, Diego!"... Y el Diez, leyendo la
jugada, vio la oportunidad y con una magia bíblica, le pasó la pelota
que termina en un exquisito gol de otro planeta. ¿Se acuerdan? Seguro
que sí. Y si no, vale la pena que lo vuelvan a ver.
¿Por qué hago
esta analogía? Porque los argentinos tenemos un don que, bien
administrado, bien usado, nos da la capacidad de cambiar cualquier tipo
de realidad. Los argentinos somos generadores de oportunidades, tenemos
la capacidad de adaptarnos a diferentes situaciones, a diferentes
coyunturas. Tenemos ese radar para sortear cualquier tipo de obstáculos,
siendo creativos, innovadores y emprendedores. Eso somos.
En
la jugada de Caniggia y Maradona veo "oportunidad y viveza criolla"
bien administrada, dentro del reglamento, dentro de la ley, aplicada
para el bien del equipo, para el bien común y éso es lo que tenemos que
explotar para que este cambio de valores, para que este cambio cultural
sea posible, este cambio que nos representa a todos, más allá de una
bandera o color político.
¿Acaso tiene color político pretender
pobreza cero, combatir al narcotráfico o unir a los argentinos? Estos
tres pilares no son frases de campaña ni utopías, sino que son los
pilares que van a hacer que nuestros hijos, nuestros nietos y las
generaciones que vengan puedan vivir en una Argentina más equitativa,
más segura, más justa, más previsible, con reglas claras y firmes. Pero
para eso tenemos que trabajar todos juntos, desde el lugar que cada uno
tiene, construyendo consensos, construyendo puentes, ciudadanía y siendo
generosos, entendiendo que la "avivada criolla" como tal, no construyó,
ni construirá nada jamás, sólo beneficiará a algunos, a unos pocos que,
sobre la mesa y bajo la mesa, reparten sus beneficios.
Días
atrás, en las jornadas internacionales de puertos que organizó el
Enapro, tuve el honor de ser invitado al panel y fue allí donde presenté
ni más ni menos que la jugada de Cani y Diego, como analogía no sólo de
lo que puede hacer un equipo sino de lo que podemos hacer los
argentinos si trabajamos juntos, respetando las normas, detectando
oportunidades y cambiando el paradigma de la "viveza o avivada criolla"
y usándola para el bien común.
Siguiendo con esta lógica
analógica, es que en el puerto de Buenos Aires, último puerto federal de
nuestra República y por donde pasa la mayor parte del comercio, estamos
trabajando en cambios históricos que sólo tienen un objetivo: mayores
beneficios para nuestra Argentina, para nuestro comercio, siendo más
competitivos, transparentes, previsibles y eficientes.
Es por esto
que después de varios años, y dentro de un paquete cronológico de
medidas, la Administración General de Puertos, mediante la resolución
76, dispuso la libre elección de seguros a los contenedores, dando
libertad de elección a los usuarios para que puedan optar por un seguro,
sea cual sea, y que más competitivo les resulte, como ocurre en
cualquier ámbito de nuestra vida civil y comercial. Un derecho a elegir,
preservando y cuidando el principio de equidad y competitividad en el
puerto de Buenos Aires.
En estos días se han publicado muchas
opiniones positivas en referencia a esta medida, y otras que
lamentablemente se basan en un error de concepto: éstas aseguran que el
mencionado sistema o seguro fue prohibido.
El espíritu y la letra
de la resolución 76 es muy claro: elimina la obligatoriedad de
contratación de una marca determinada, y le da al exportador o al
importador por igual, la libertad de hacerlo y la posibilidad de
contratar un sistema similar o igual con cualquier empresa de primera
línea, sin intermediarios y a precios que son significativamente
menores.
Es decir, termina con una práctica que en los hechos era
monopólica y que significaba un altísimo costo que pagaba el comercio
exterior argentino y que claramente se ve reflejado en la cadena
comercial en la que estamos involucrados todos los Argentinos.
Tanto
esta medida, como otras medidas tomadas o por tomarse, son producto de
intensas y numerosas reuniones en las que consensuamos con diferentes
actores un plan de trabajo planificado estratégicamente.
Soplan
nuevos vientos en el puerto de Buenos Aires y en nuestro país. Estamos
convencidos de que la política portuaria debe ser política de Estado,
política pública que trascienda gobiernos e ideologías partidarias. Es
por esto que no podemos pensar en las soluciones con la misma cabeza que
se pensaron los errores. Trabajemos juntos, lo que entra y sale por el
puerto nos beneficia a todos.
El autor es interventor de la Administración General de Puertos Sociedad del Estado
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