El economista dice que los políticos piensan más en las próximas elecciones que en las próximas generaciones; metodología científica para emprendedores.
Había una vez un famoso chef que estaba cocinando dos
grupos de camarones aparentemente iguales. Cuando le preguntaron por
qué una de las ollas estaba cubierta, respondió que era ahí donde
estaban los camarones gringos y europeos. "Se ayudan unos a otros y si
no les pusiera una tapa lograrían escaparse", explicó. ¿Y en la otra?
"En esa están los camarones latinoamericanos, talentosos y con mucho
potencial, pero estoy tranquilo y puedo cocinarlos sin cubierta porque
donde alguno intente sobresalir, los otros se encargarán de arrastrarlo
al fondo", respondió.
Con esa anécdota, Jonathan D'Oleo Puig
intenta resumir la mentalidad individualista que prima en la región a la
hora de hacer negocios.
Nacido
en República Dominicana, se mudó a Boston para estudiar Economía y
Ciencias Políticas, y cuando tenía veintipico fundó D'Oleo Analytica
LLC, una firma de capacitación, entrenamiento y asesoría empresarial con
sede en Miami. De paso por Buenos Aires para presentar su último libro,
Emprende Dinámica, conversó con LA NACION.
¿Es diferente hacer negocios en América latina que en otros lugares del mundo?
-Tenemos
una diversidad idiosincrática marcada y eso puede ser aprovechado. Es
bueno que no tengamos uniformidad, pero para hacer negocios tiene que
haber unidad en esa diversidad. Si los dos vendemos arroz, no
necesariamente tenemos que actuar como competidores. Frente a un tercero
que vende insumos para el arroz, si nos ponemos de acuerdo, podemos
comprar insumos más baratos. Lo que he podido observar en mis
experiencias en la región es que muchas veces somos víctimas del
individualismo. Tenemos que abrazar el mensaje de José Martí en ese
famoso ensayo que escribió a finales de 1800 titulado Nuestra América:
Somos todos diferentes pero iguales. Celebremos la diversidad, pero
sobre la base de una unidad. Somos 500 millones.
¿Cuán cerca estamos de eso?
-A
veces damos tres pasos para adelante y dos para atrás, pero sobre la
base del conocimiento y la experiencia acumulada llegó la hora de
avanzar con pasos certeros. En los 80 utilizamos el modelo de
sustitución de importaciones para la industrialización de Raúl Prebisch.
El modelo era bueno, pero la mano del Estado estaba ahí y no supo
cuándo salir. El argumento para la sustitución de importaciones era que
le daríamos protección a nuestros productores por un período de tiempo y
cuando se fortalecieran, cortaríamos el cordón umbilical. Pero eso
nunca pasó y nuestras corporaciones no maduraron. Tenemos que abordar el
problema sin extremismos. El ave necesita un ala derecha y una
izquierda para poder volar, y el cerebro está en el centro. Necesitamos
gente con una buena cabeza sobre sus hombros, que tomen decisiones
pensando en el interés de los ciudadanos.
¿Cuál es el papel de la educación en el desarrollo económico de un país?
-Es el elemento sine qua non para
el desarrollo de cualquier nación, pero muchas veces el sistema
educativo de nuestros países está altamente politizado, y como los
políticos están pensando en las próximas elecciones y no necesariamente
en las próximas generaciones, no toman cartas en el asunto para
perturbar al sistema, que es lo que se necesita. Hace falta una dinámica
creativa-destructiva.
Ese concepto incluye la idea del
fracaso, posibilidad que genera un fuerte rechazo en el mundo de los
negocios. ¿Cómo se logra ese cambio cultural?
-Eso se asienta
en lo personal y hasta en lo espiritual. Muchas veces adjudicamos valor
al individuo de acuerdo a lo que hace y a lo que tiene. Pero somos seres
humanos, tenemos valor intrínseco. El gobierno no necesariamente tiene
una cosmovisión a partir de esa realidad existencial y penaliza el
fracaso en el sentido de que si una compañía se va a la quiebra tiene
que esperar 10 años para poder emprender de nuevo. En EE.UU. la ley de
banca rota es pro emprendedor. Te dice: trata, si fracasas, y es muy
probable que suceda, te levantas. En las universidades se usan mucho los
casos. No se leen los libros de texto sino casos de compañías, se
prepara al emprendedor de modo que aplique la inteligencia empresarial
para minimizar los riesgos y aumentar las probabilidades de éxito.
Hay
que seguir una metodología científica para los emprendimientos. Muchas
veces los emprendedores tienen una idea, se emocionan con ella y quieren
que se las financien con la idea nada más sobre el papel. Pero no debe
ser así, tenemos que depurar los emprendimientos. Aplicar la metodología
científica a partir de la cual podemos validar un prototipo de nuestra
idea en una muestra poblacional del mercado que queremos penetrar. Si es
validada, la ensayamos, se la presentamos a potenciales socios,
atraemos inversión y reducimos riesgos. En nuestra región predomina la
teoría del probando es que se sabe.
Podemos transformar datos de 5000 años de historia a través de inteligencia comercial.
¿Eso lo puede hacer solo un empresario o se necesita contratar a un experto?
-Creo
que lo puede hacer cualquier empresario pero se tiene que instruir en
la aplicación del método científico. Los hermanos McDonalds no empezaron
algo desde cero. Tomaron un modelo exitoso, el de Henry Ford, que tenía
la línea de ensamblaje aplicada a los autos. Ellos extrapolaron ese
modelo de negocios a algo tan sencillo como la preparación de una
hamburguesa y de ahí nació una nueva industria, la industria de la
comida rápida.
¿Se es innovador copiando lo que hizo otro y adaptándolo a un nuevo modelo?
-Agregándole
valor. ¿Cuál fue el valor agregado que le dio Ray Kroc que fue quien
masificó la idea de la franquicia? Dijo déjame incorporar una estrategia
inmobiliaria y ponerme en locaciones inmobiliarias estratégicas. Eso
permitió la masificación de la franquicia McDonalds. Si a medida que
fracasamos le hacemos una autopsia a nuestros fracasos, entonces
nuestros fracasos no serán destinos sino peldaños a un eventual éxito.
Hacés
una distinción entre ahorro, inversión y especulación, ¿son
definiciones que se aplican a las finanzas personales o son
extrapolables a una empresa o un país?
-Es extrapolable a
todo. Lo que predomina no sólo en nuestra región, sino en EE.UU. y
Europa, y es un subproducto negativo del capitalismo, es el consumismo.
Lo queremos todo aquí, ahora y sin demora. Si presento una naranja y una
semilla de naranja, mucha gente dice dame la naranja porque tengo
hambre ahora. No desarrollamos la ambición de inversionistas. Hoy en esa
semilla diminuta y arrugada hay cientos de naranjas que a su vez
contienen cientos de semillas. Pero pasa que para que esa semilla dé
frutos tiene que morir. Y eso significa enfrentar ese miedo al fracaso, a
que no queremos que nos rechacen. Necesitamos liderazgo para hacer la
transición del consumismo al inversionismo. Se requiere un cambio de
mentalidad, porque el liderazgo que tenemos hoy es uno que sigue, no que
lidera, que sigue lo popular. Un liderazgo real es uno que articula
algo que causa dolor pero sobre la base de un argumento bien sustentado
convence a la mayoría de seguir eso que causa dolor.
¿Qué ejemplos de liderazgos hay en el mundo?
-En Gran Bretaña, Winston Churchill.
¿Y en la actualidad?
-Hay
escasez de líderes reales. Hay muchos líderes de eco, se hacen eco de
la mayoría. El líder de voz es el que articula una visión de algo mejor y
mayor que causa dolor y convence a la mayoría, que fue lo que hizo
Churchill. Su antecesor dijo: No nos metamos en eso. El vino y dijo lo
único que les puedo prometer es sangre, sudor y lágrimas, pero al final
venceremos. No tenemos líderes así. En América latina pienso en José
Martí, en Duarte, pero ahora lo que tenemos es un populismo
recalcitrante, como el cultivado por Chávez, que utilizó los
petrodólares para engrandecerse a él y mira cómo dejó a su pueblo.
Populismos que nos endulzan los oídos y no nos dicen la verdad.
¿Qué impacto tendrá en la economía del mundo el resultado electoral de EEUU? ¿Es posible un triunfo de Trump?
-Lamentablemente
es posible un triunfo de él y lamentablemente es posible un triunfo de
Hillary. No tenemos buenas opciones. La oferta electoral en EE.UU. es la
peor que hemos visto en la historia. Trump es una persona que si bien
ha tenido éxito en los negocios lo ha tenido sobre la base de negocios
que explotan los vicios, casinos y todo lo demás. Heredó alrededor de
US$200 millones de su padre. Trump no tiene el temperamento para ser
Presidente, es una persona muy volátil y un rasgo distintivo del
liderazgo efectivo es la previsibilidad.
Hillary es una persona
que deja mucho que hablar en lo que atañe a su capacidad para decir la
verdad, que busca expandir el Estado de manera significativa. El Estado
ha crecido muchísimo bajo la administración demócrata. Desde 2008 a hoy
la deuda externa del país se triplicó, la cantidad de personas
recibiendo cheques del Estado aumentó de 20 millones a 50 millones, el
electorado está sumamente politizado. Es peligroso lo que tenemos en la
mesa en términos de oferta electoral.
Fuente: Lanacion.com.ar