El secretario general del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales de Pesca y Cabotaje Marítimo destaca el modelo que Paraguay aplicó al sector en los últimos años; elogios para Macri.
Durante 20 años, Julio Insfrán fue capitán fluvial en
remolcadores de empuje. Después incursionó en la política y en la
dirigencia sindical. Desde 2013 es el secretario general del Centro de
Patrones y Oficiales Fluviales de Pesca y Cabotaje Marítimo, y un
reconocido cruzado para que el país tenga una ley de marina mercante
(actualmente con media sanción del Senado).
"Hoy
tenemos que priorizar la patria. ¿Qué me importa si Macri es o no
peronista? Mientras sea un buen presidente, saque el país adelante y me
hable con la verdad, que no me diga que vivimos en el mejor de los
mundos mientras agarra la maquinita, nos llena de papeles falsos y
después resulta que tenemos que pagar a través de inflación y
devaluación, como pasó en los últimos 12 años, que nos bolsiquearon",
responde cuando se le señala que no tiene prurito en elogiar al
Gobierno.
-¿Por qué es tan importante que el país tenga esa ley de marina mercante por la que pelea?
-Es
una herramienta del desarrollo, influye sobre las economías regionales,
porque el transporte fluvial es el más barato y para bajar costos y
transportar grandes cantidades sin romper rutas ni generar
embotellamientos la solución es la hidrovía.
-¿Para eso es necesario que los barcos sean de bandera nacional?
-Al
ser de bandera nacional, los argentinos trabajamos en los barcos. Si es
como hoy, el negocio lo hace la bandera extranjera, porque el flete se
paga a la bandera. Es como si una empresa que tiene que distribuir cajas
de cerveza en distintos comercios no tuviera camioneta propia y
necesitara un fletero. Pasa que muchas veces el costo de ese flete deja
fuera del mercado a la mercadería. La solución para eso es tener su
propia camioneta para hacer el reparto y así manejar el costo del flete.
Lo mismo pasa cuando vendemos soja.
-¿Cuánto se está perdiendo en ese caso el país?
-La
soja se está cotizando alrededor de US$ 450 la tonelada, alrededor de
20% es flete. Nosotros dejamos de hacer ese negocio. El otro problema es
que cuando nosotros compramos agroquímicos, por ejemplo, también
estamos pagando flete hasta Buenos Aires.
-¿Alguna vez tuvimos esa flota propia?
-Sí, históricamente fuimos una de las principales marinas del mundo.
-¿Qué nos pasó?
-Nos
quedamos fuera de la competencia por decisiones políticas equivocadas e
intereses económicos. En la década del 50, hasta los 60, 70 y avanzados
los 80, teníamos la flota fluvial del Estado argentino que llamaban La
Coloso del Plata: 1100 buques fluviales en actividad en la hidrovía
Paraná-Paraguay. Era el único país latinoamericano que tenía semejante
flota.
Desde Martínez de Hoz en adelante -los modelos liberales-,
se empezó a cercenar esa posibilidad vendiendo, rematando y entregando
barcos a empresas privadas ineficientes. Como resultado de eso hoy no
tenemos más marina mercante y ese trabajo lo hacen los extranjeros en
nuestros ríos. Si tengo que sacar contenedores de Corrientes necesito un
barco de bandera paraguaya. Hoy son los que tienen la flota más grande
de América latina.
-¿Cualquier país tiene su propia flota?
-Claro, si es política de ese país tenerla, cualquiera puede: Bolivia tiene lo suyo, Paraguay, Uruguay.
Pero
¿qué pasa entonces? Que nuestras provincias pierden competitividad con
sus productos. Si tuviéramos que sacar un millón de toneladas de soja
desde Chaco no tenemos infraestructura para hacerlo, o 500.000 toneladas
de arroz de Corrientes, porque cuando tenés que mover esa carga por
camión es altamente oneroso. Un camión con toda la furia puede llevar 30
toneladas. ¿Te imaginás la cantidad de camiones que necesitarías poner
en la ruta para llevar 300.000 toneladas?
Cada remolcador de
empuje -que es un sistema de trenes de barcazas que puede estar
tripulado por 15 o 16 personas- puede llevar 40.000 toneladas de carga
por viaje. En dos días a más tardar podemos poner en los puertos de mar
esa cantidad de carga.
-¿Entienden los dirigentes y políticos la importancia del tema?
-Hoy
hay dirigentes, gobernadores y algunos diputados y senadores que hablan
del tema. Nosotros hace ya 3 o 4 años que venimos organizando
conferencias y charlas en diferentes ámbitos para explicarlo. Cuando
empezamos, prácticamente nadie entendía de qué se trataba, y la verdad
es que aún no está claramente instalado en la sociedad el problema de lo
que significa una Argentina sin transporte marítimo y fluvial.
-¿No
le llamó la atención que en su discurso del 1° de marzo el Presidente
diera detalles sobre inversiones en rutas, trenes y el plan
aerocomercial, pero no mencionara nada de puertos, la hidrovía ni la ley
de marina mercante?
-Con el Presidente, antes de que llegara
al cargo, hablamos y él tomó la causa, hizo discursos y expresó su idea
de llevar adelante la transformación de la hidrovía. Creo que ante el
cúmulo de problemas, éste es un tema que no está firmemente anclado en
la conciencia nacional de nuestra dirigencia y pasa inadvertido. La
mayoría no se da cuenta de que un país que perdió su flota mercante
tiene muy pocas posibilidades de progresar. Hay que entender que éste no
es sólo un problema de los marineros que quieren tener marina mercante
porque conseguirán trabajo. La implicancia de tener una bodega argentina
va mucho más allá de eso. El solo movimiento que significa tener un
barco de bandera significa fuentes de trabajo para la gente de tierra,
los que fabrican la chapa, los mecánicos y talleres, los que abastecen
de combustible al barco (para dar una idea, un remolcador consume 14.000
litros de gasoil diarios), de víveres a los tripulantes, etc.
A
eso hay que sumarle la gente que trabaja en la Prefectura y en la
estiba, las fábricas de pintura, y si nos pusiéramos a fabricar barcos,
el desarrollo tecnológico que lleva eso. Necesitamos ingenieros,
mecánicos, chapistas, técnicos mecánicos electrónicos?
-¿Estamos
en condiciones de hacer todo ese desarrollo solos o mirando el ejemplo
de la industria automotriz necesitamos funcionar de manera
complementaria con Brasil?
-Necesitamos tener ese tipo de
economías industriales complementarias. Brasil produce chapa naval,
nosotros no. Cada vez que la importamos es un desastre porque tenemos
que pagar todos los impuestos y nos sale carísimo. Paraguay tiene un
régimen por el cual la chapa naval que se importa para uso de los
astilleros no paga impuestos. Mirá si a las cajas de cambio y a los
insumos que se importan para armar un auto en la Argentina los matamos
con los impuestos. Lamentablemente dejamos de ser un país industrial.
Somos un país de ensambladores: ensamblamos celulares, zapatillas. La
materia prima viene de afuera prearmada.
Lo mismo pasa con los
barcos. Al no tener chapa naval, necesitamos importarla, igual que los
motores marinos y los radares. Por eso la industria naval de alguna
manera también tiene que estar subvencionada desde el punto de vista
impositivo para que los insumos que se importan se puedan ensamblar y
agregarles valor. Entonces, el barco que fabriquemos será más
competitivo y podremos incluso exportar a la hidrovía.
-No todos los países pueden fabricar todo. ¿Es la Argentina competitiva para producir barcos?
-Sí.
Tenemos que mirarnos en el espejo de lo que pasa en los países más
humildes de la región, como Paraguay, que hoy produce sus propios barcos
y no tenía nada. Toda la flota paraguaya fue importada, incluso mucho
material, usado. Construyó su flota y la desarrolló. Hoy fabrica
remolcadores de potencia y alta calidad que ofrece al Mercosur y a otros
países de la región.
-¿Cuál fue la receta paraguaya y en cuánto tiempo la desarrollaron?
-En
20 años se transformó en una potencia naviera. Tienen un astillero que
saca una barcaza por semana. La receta es su política impositiva, dejar
producir a los inversores, que creen fuentes de trabajo, que aprovechen
los parámetros que les da la hidrovía y el gran mercado de granos que
hay en la región.
No puede ser que en la Argentina se pague el 35%
de impuesto a las ganancias en una empresa naviera que hace trabajos en
la hidrovía contra el 10% que se paga en Paraguay, Bolivia o Uruguay. O
que aquí tengamos el combustible que carga un barco de bandera
argentina 58% más caro respecto del combustible que puede cargar un
barco paraguayo, uno boliviano o uno uruguayo. Simplemente cuando se
trata de competir los números no te dan.
La Argentina está
insertada en la región que produce un tercio de los alimentos del mundo.
Cuando China y la India demandan granos, carne, madera y caucho -todos
los insumos básicos para desarrollar sus industrias-, nosotros crecemos
porque somos los que se los proveemos. Pero cuando tenemos que salir al
mundo a vender nos encontramos con que somos muy buenos produciendo todo
eso pero malos transportándolo.
Fuente: LaNacion.com.ar
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