El presidente del Centro de Despachantes de Aduana advierte que los tiempos operativos siguen siendo lentos; los costos, elevados, y el volumen de trabajo no es el previsto.
Nuestro objetivo fundamental es reposicionar la
figura del despachante de aduana con la importancia que tiene, darle a
la gestión un carácter técnico profesional sin descuidar la parte
social, que se viene atendiendo desde hace tiempo", asegura Enrique
Loizzo, que se hizo cargo de la presidencia del Centro de Despachantes
de Aduana (CDA) en diciembre.
-¿Qué análisis hace del sectory qué cambios obtuvieroncon el nuevo gobierno?
-Todavía
no hemos podido sentir un cambio fuerte en la actividad. De hecho, esto
no termina de arrancar. Hubo señales interesantes, como la quita del
cepo y haber terminado con las DJAI (declaración jurada anticipada de
importación), pero todavía tenemos problemas. Las licencias automáticas,
que representan un universo importante, salen en término, pero las no
automáticas, que son tanto o más importantes, no se emiten con la
celeridad que se necesita. Además, el volumen de trabajo no es el
previsto; muy por el contrario, hay colegas que plantean el cierre o
achicamiento de oficinas.
-¿Hablan con funcionariosdel área?
-Tuvimos
diálogo con la Secretaría de Comercio apenas nos hicimos cargo, pero
evidentemente hay directivas y políticas de gestión de gobierno que
están más allá de nuestros planteos. Expusimos el problema, explicando
las demoras respecto también de las autorizaciones de terceros
organismos, tomaron nota y algunas cuestiones son más fáciles de
solucionar, pero aún hay una importante cantidad de trámites que no
están saliendo en los plazos esperados. Eso genera una enorme
incertidumbre y para el importador que quiere crear una nueva unidad de
negocios todo pasa a ser imprevisible.
-¿Cuál es la situación en cuanto a las exportaciones?
-Se
hizo todo lo que indicaba el manual del buen exportador: subir el tipo
de cambio, librar derechos de exportación y extender al máximo los
plazos para generar confiabilidad, pero hay cuestiones internas y de
mercado que hacen que la Argentina no esté a la altura de las
circunstancias para exportar. Indudablemente, hay algo que no se está
haciendo para que volvamos a ser competitivos en el mundo. En los
indicadores de enero del Indec las exportaciones crecieron 9,7% y las
importaciones, 6,7%. Tenemos un pequeño superávit, pero no se superaron
los volúmenes del año pasado. Hay cuestiones de política macro que el
Gobierno tendrá que hacer porque los productos argentinos en costos
internos aún son caros.
-¿Cómo evalúa el comercio argentino respecto del mundo?
-El comercio exterior a nivel global está cambiando, y los profesionales tenemos que aggiornarnos
para estar a la altura de las circunstancias. Los que estamos desde
hace años en este sector vimos cómo el mundo seguía creciendo alrededor
del comercio mientras no era tenido en cuenta en la política del
gobierno anterior. Los que leímos ese mensaje entendimos que el comercio
exterior es el vínculo para que el mundo se siga conectando. Podemos
tener una gran cantidad de gente interesada en insertarse laboralmente,
pero hoy no hay capacidad para todos. Desde el CDA incorporamos nuevas
asesorías y buscamos asesores de primer nivel que colaboren con nuestra
objetivo: ir hacia la excelencia.
-¿Cómo impactará el proteccionismo que impulsa Trump?
-Todavía
es muy reciente, no se puede hablar de un impacto. Pero sí tenemos que
tener en cuenta que todos los países protegen. No es que la Argentina
fue más proteccionista que otros. Lo primero que hizo el presidente de
EE.UU. fue terminar con la importación de limones, una mercadería de
primerísimo nivel que había costado mucho posicionar. En el mundo hay
muchos vaivenes políticos y económicos, hay sectores que pueden estar
directamente vinculados con las necesidades de proteger y otros con
abrir. Ya no hay más productos exclusivos; sacando China, que produce
todo, después los productos son de fabricación multinacional.
-¿Qué novedades hay respecto de normativas internacionales?
-Cada
cinco años la Organización Mundial de Aduanas (OMA) baja directivas
respecto de la adecuación de la nomenclatura, cómo se codifican las
mercaderías, se analizan por sectores y luego se cambian. Las enmiendas
están vigentes desde el 1° de enero y la Argentina aún no lo
internalizó. Venimos muy despacio porque el resto de los países del
Mercosur ya lo hizo, por lo tanto se trabaja con la doble nomenclatura,
con los productos que llegan de la Aladi o del Mercosur. Para encontrar
una solución y no quedarnos atrás, hicimos una gestión con la Aduana y
logramos que el departamento de clasificaciones arancelarias nos
brindara una charla extensa y completa.
-¿Con qué situaciones lidiana diario?
-Tenemos
un comercio exterior muy dinámico. A diario hay resoluciones nuevas, y
si bien la forma de hacer un permiso de embarque es la misma y el lugar
donde presentarlo también, cada despacho es un producto nuevo que
estamos generando. La Aduana sacó resoluciones para tratar de facilitar
algunas complicaciones que había antes, pero a veces no es tan sencillo.
Eso es un problema diario y crítico. El sistema María requiere
actualizaciones y a veces no funciona por horas, es muy difícil
explicarle esto a un cliente. No hacer un despacho implica correr tras
un vencimiento, pagar una multa, se va fuera de la órbita de lo que
llamamos "el forzoso" (sin cargos extras) y son todos costos.
-¿Proyectan ampliar la redde filiales?
-Actualmente
existen 11 corresponsalías. Después de seis años volvemos a crear
nuevas sedes, tenemos una en marcha en Santa Fe, donde se encuentra la
cuenca lechera más grande de la Argentina y el segundo producto de los
más exportados del mundo. Existe una en Rosario que está abocada al
puerto. Además, estamos trabajando para abrir oficinas en San Juan,
Entre Ríos y Necochea.
Fuente: LaNacion.com.ar
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