Se necesita un debate profundo que apunte a favorecer a los productores del Norte y la Mesopotamia antes que dictaminar una norma.
Los proyectos de ley de marina mercante son tema de
suma importancia para todas las provincias, pero especialmente para dos:
Chaco y Entre Ríos. Fueron éstas las únicas que publicaron antes del
2009 sus programas con políticas portuarias.
Por entonces conversé
mucho sobre el tema con el entonces senador provincial por Entre Ríos
Carlos Schepens, y posteriormente cuando fue intendente de Concepción
del Uruguay. En esas funciones, Schepens fue probablemente la persona
que más se ocupó del tema, y ahora muestra que sigue en ese mismo camino
en su actual puesto de Ministro de Producción. A él le he manifestado
muchas veces que muchos presentan lindos argumentos para hacer una ley
de marina mercante nacional, pero que hay muchas cosas que merecen mucha
más atención y que solamente se pueden aclarar en honestos debates
públicos, si es que se quiere obtener el resultado que todos anhelemos:
que se haga una marina mercante nacional que beneficia a los productores
del país.
Antes
de hablar de una ley, entonces, se deben eliminar las adversas
asimetrías con la flota paraguaya, que ya describió con total claridad
el ex secretario general del gremio de capitanes fluviales en 2008, el
capitán Juan Carlos Pucci. Sin este primer paso, todos los esfuerzos que
se hagan para conseguir una flota de bandera competitiva es una pérdida
de tiempo y dinero.
Hoy hay solamente dos actividades del país
que tienen la posibilidad de crear rápidamente nuevos puestos de trabajo
en casi todas las provincias sin que haya que hacer primero enormes
inversiones iniciales (que nadie podrá esperar muy pronto): el campo y
el turismo, que ofrecen inmediatas posibilidades de expansión. Para los
productores del campo se requieren solamente reglas claras para bajar
los excesivos costos de la logística y el transporte, pero
aparentemente, no hay ningún ente de productores que se interese por el
tema. Si no se consigue abrir este debate primero -que he tratado de
provocar infinidades veces sin ningún éxito-, no habrá ninguna solución y
se seguirá el camino descendente de los últimos 50 años, que han
perjudicado tanto a las provincias del NOA y la Mesopotamia, que fueron
las víctimas de aquellos años sin políticas de transporte y que
beneficiaron las provincias de la pampa húmeda, sin que esto fuera la
intención. Hoy se sigue hablando sólo de nuevas carreteras.
El
objetivo de una política de transporte que beneficiará al norte
argentino y la Mesopotamia, es una política que consigue que se pueda
volver lo más rápido posible al uso de los ríos para el transporte. El
transporte por agua es la columna vertebral de todos los países que
progresan y como la tuvo la Argentina antes de la segunda guerra mundial
y durante los años 50) pero que fue perdiendo gradualmente a partir de
los años 60, cuando se construyeron cada vez mas carreteras y se olvidó
que el transporte por agua es el más barato. Porque nadie en la
Argentina calcula lo que realmente es el costo total para poder
trasladar las cargas de origen a destino y solamente se calculan las
facturas de los proveedores de los servicios, los camioneros, las
empresas de transporte ferroviaria y los transportistas por agua, sin
incluir los costos que paga la comunidad: costos de construcción y
mantenimiento de infraestructura, congestión, accidentes y efectos
negativos al medio ambiente.
Hasta los años 60 la Argentina fue un
país competitivo y aplicaba por falta de caminos, el más puro
"transporte intermodal ", con un intensivo uso de sus ferrocarriles y
ríos, cuando el término no existía en el mundo. El hecho que se hizo por
falta de caminos, no quita una realidad: que finalmente el transporte
por agua es el modo que menos costos totales produce, seguido por el uso
del ferrocarril y que el camión pierde cuando las distancias son
largas.
Ahora
el NOA y la Mesopotamia podrían recuperar ese transporte intermodal
tanto para granos como para contenedores si se aprovecharan las
posibilidades existentes. Y hay que terminar con el más falso de los
argumentos que se usan para demostrar que se necesita una inmediata ley
de marina mercante cuando hablan que "perdemos 5000 millones de dólares
por fletes que se pagan a compañías extranjeras". ¿Perdemos realmente
US$ 5000 millones por año o debemos decir que pagamos US$ 5000 millones
por año de los cuales una parte debiera quedar en el país? Si no hacemos
el transporte en la forma que se hace ahora, pagando fletes a los
extranjeros, ¿cómo se haría el transporte? ¿O no lo haríamos y nos
quedaríamos aislados?
Ahora bien: si lo hiciéramos con nuestros
buques para no gastar los dólares pagando a extranjeros, ¿cuántos
dólares se deberían pagar igualmente para los servicios a nuestros
buques en el extranjero? ¿Y cuántos pesos se tendrían que pagar a los
armadores argentinos que tienen costos que son varias veces mayores que
los que tienen los otros armadores que usamos ahora? ¿Y finalmente:
cuanto pagarían en total nuestros productores? Estos son puntos que
merecen un debate serio y profundo.
Fuente: Lanacion.com.ar
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