Aunque la balanza mejoró en los últimos años, el cambio se debe más a cuestiones coyunturales que a modificaciones estructurales; el papel clave de las fuentes renovables y la fijación de tarifas.
La balanza energética mejoró en los últimos años:
mientras en 2014 fugaba más de 7000 millones de dólares al año, en 2015
esa cifra bajó a menos de 5000 millones y en 2016 a cerca de 3000
millones . Desde 2013 hubo una caída importante de las importaciones
energéticas que da más oxígeno a la Argentina.
No obstante, esta
realidad más conveniente que la anterior -no por eso positiva-, está
propiciada por la importante baja del precio del petróleo de los últimos
años, a lo que se suma el enfriamiento de la actividad industrial. Es
decir, en términos futbolísticos, si el precio del petróleo se recupera
los próximos años y no damos solución a las causas estructurales que
llevaron al país a perder el autoabastecimiento energético, nos vamos al
descenso.
Según
estadísticas del Instituto Argentino de Petróleo y Gas, la producción
nacional de gas promedia los 44.000 millones de metros cúbicos/año en el
último lustro. Esto arroja una producción promedio diaria de 122
millones de m3. La producción se mantuvo prácticamente invariable estos
años.
Sin embargo, en los meses más fríos, la demanda doméstica
nacional supera los 150 millones de m3/día. Por tanto, la única forma
que tiene la Argentina de no endeudarse importando gas de países
limítrofes (y otros no tanto como Qatar), es producir más energía o
consumir menos.
Cuando
se habla de producir más energía en el siglo XXI, hay que hablar de
energías renovables, es decir, aquellas que utilizan los recursos
inagotables que provee la naturaleza. Sin dudas nuestro país está
bendecido con el calor del norte, ideal para captar energía solar; los
vientos patagónicos que pueden proporcionar energía eólica de calidad y
cerca de 5000 km de costa que posibilitan explorar la energía
mareomotriz, entre otras alternativas.
Este
año fue bautizado como el Año de las Energías Renovables y debería
alcanzarse la meta que fijó la Ley 26.190/06, de que al menos 8% de la
energía provenga de fuentes renovables. Si bien el objetivo se
alcanzará alrededor de 2019 -según el propio gobierno admite-, se
redobló su apuesta y la ley 27.191/15 -modificatoria de la anterior-,
fijó un nuevo horizonte de 20% de energías renovables para diciembre de
2025.
Beneficios impositivos
Se otorgan importantes
beneficios impositivos a quienes inviertan en el sector (devolución
anticipada del impuesto al valor agregado y amortización acelerada
vinculada al impuesto a las ganancias, certificado fiscal para pago de
impuestos cuando se alcance el porcentaje de componente nacional, por
ejemplo) y arancelarios (exención del pago de los derechos a la
importación y tasa de estadística por la introducción de bienes de
capital, equipos especiales, partes o elementos componentes, cuando no
medie producción nacional).
Asimismo la normativa remunera la
energía que se vuelca al mercado mayorista a través de un Fondo
Fiduciario de energías renovables e invita a las provincias y a la
Ciudad de Buenos Aires a adherir y a dictar su propia legislación
relacionada. Todo esto hace que se sigan sumando proyectos de inversión
en el ámbito del Ministerio de Energía (cerca de 70 en la actualidad).
La
otra punta para controlar endeudamiento energético es el consumo. En
una economía de mercado, el consumo y la producción de cualquier bien
-como la energía- están íntimamente ligados a su precio (las tarifas).
Si el precio de la energía es muy bajo, la gente tiende a derrochar y el empresario no tiene incentivo a producir.
Si
el precio es muy alto, el empresario obtiene ganancias por demás de
generosas y la gente podría hasta abstenerse de consumir (boicot).
Si
el precio de la energía está en equilibrio, se favorece a la producción
y al consumo razonable. Este punto, el de propiciar el funcionamiento
adecuado del mercado (previendo por supuesto una tarifa social para
sectores vulnerables), debe ser especialmente resguardado por nuestro
país si se pretende una transformación de la matriz energética de los
próximos años.
La transformación de la vida diaria tal como se conoce es otro punto a trabajar.
Este
año (por medio del decreto 331) se dio el primer paso para favorecer el
ingreso de automóviles eléctricos e híbridos sin pago de arancel de
importación o con aranceles mínimos de 2 o 5% (si vienen montados),
hasta un cupo de 6000 unidades y por tres años.
La cifra es
insignificante si la ponemos en perspectiva con los más de 700.000
patentamientos anuales que tiene el país, pero es importante toda vez
que señala el inicio de un camino diferente.
Por último, es
importante que comprendamos que somos parte de un sistema. Como escribió
el fallecido filósofo polaco Zygmunt Bauman, no hay soluciones locales
a problemas globales. Es importante que la Argentina haya ratificado
recientemente el Acuerdo de París por el cambio climático y se alinee
con políticas más amigables con el medio ambiente, para beneficio de
todos y propio.
Fuente:LaNacion.com.ar
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