Contra todos los pronósticos, pese al retiro de los Estados Unidos, el pacto del Tratado Transpacífico (TTP) sigue con vida. El 23 de enero los once miembros restantes se reunieron en Tokio decididos a seguir adelante ya que proponen firmar un acuerdo final en marzo, que entraría en vigor en 2019. Será uno de los pactos comerciales más exigentes del mundo, medido por la apertura de cada país a la inversión de los otros miembros, la protección de patentes y resguardos ambientales.
Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam han cambiado el nombre del acuerdo a Acuerdo Abarcante y Progresivo de Asociación Transpacífica (Apatp), eliminando las cláusulas en las que insistía Estados Unidos. Por ejemplo, la vigencia de los derechos de autor se ha reducido de 70 a 50 años. Y se han suspendido las medidas de protección especial para la categoría de las drogas biológicas, que viven un gran auge.
Se hicieron unas pocas concesiones a los países que permanecen en el pacto. Malasia no tendrá que liberalizar inmediatamente sus empresas de propiedad estatal. El Vietnam comunista puede postergar la implementación de nuevas normas sobre la resolución de disputas laborales y la autorización de sindicatos independientes.
El que más arrastró los pies fue Canadá, la segunda economía del grupo (después de la de Japón), que quería un trato especial para las industrias culturales tales como las de la televisión y la música -preocupación de los canadienses francófonos- y los cambios en las reglas para la importación de autos.
¿Cómo es que el Apatp sigue adelante a pesar de que el multilateralismo ha perdido apoyo en otras latitudes? Para algunos miembros, incluido Japón, que es el que más ha hecho para mantener el acuerdo, hay un imperativo estratégico: apuntalar el orden basado en normas ante la ausencia de Estados Unidos. (La alternativa menos bienvenida podría ser un orden supervisado por China).
Hay quienes predicen que Estados Unidos eventualmente volverá a la asociación. Al fin de cuentas el Apatp (y el TTP que lo antecedió) no es uno de los acuerdos típicos de rebaja de aranceles que Trump sostiene que han perjudicado a Estados Unidos. Más bien abre rumbos en cuanto a instaurar estándares y resguardos inspirados por Estados Unidos para todo, desde comercio online hasta industrias creativas. Se cree que es solo cuestión de tiempo para que las firmas estadounidenses empiecen a reclamar a los gritos la participación de su país.
Fuente: The Economist / La Nación
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